Y en verdad, no tengo
ganas de abandonarte, porque estaría dejando de decirle al mundo lo mucho que
te quiero.
Y desde pequeña me
han enseñado que decir mentiras no está bien.
No es sano, y tampoco es bueno.
Por lo tanto, no voy
a abandonarte.
Lo que quiero decir
es que no voy a dejar que me abandones, nunca, porque estaría abandonándote yo
a ti también.
Y no quiero dejarte
solo.
No quiero que te
falte aquella que añade todos los acentos a las palabras que no escribes. Y a
las que escribes, también.
La que te arropa cada noche sin tocarte.
Y eso es bonito: que
te quieran, sin saber si te quieren queriendo o sin querer.
Que te quieran
simplemente, y que te cuiden.
Sin preguntas, sin
por qués.
Que no te abandonen,
para quererte más.
Que te quieran, para
no abandonarte.