jueves, 22 de mayo de 2014

Insomnios

Los insomnios no sólo se producen por amor.
Y no siempre son tristes, los hay bonitos también.
Hay insomnios bonitos. 
Insomnios que son personas.
Personas que valen la alegría, no la pena. 
Alegrías muy grandes simplificadas en buenos gestos. 
Gestos que encantan.
 Y palabras.
 Palabras que enganchan.

Aunque digamos que los actos son mejores,
¿a quién no le tiemblan las rodillas y 
se le acelera el corazón cuando alguien especial le dice algo bonito?
¿A quién no se le enrojecen las mejillas y
 se le dibuja una sonrisa en la cara que intenta ocultar para que el susodicho no se de cuenta?
Pero sí se da cuenta, ¡claro que se la da!
Y eso le gusta.
Y en el fondo, a ti también.

Intentamos ocultar esa sonrisa para que no se de cuenta de que estamos cayendo en su red.
Encantadas.
Para que no se de cuenta de que confiamos en que existe el amor.
A su lado. 
Para que no se de cuenta de que comparamos
 un insomnio con un ‘te quiero’ a dos voces en una habitación.
 Su habitación.



Y es que rodearse de personas bonitas que convierten un insomnio que por supuesto les pertenece, en algo bonito, no es nada malo. Todo lo contrario. Es algo espectacular.




                        “Qué buen insomnio si me desvelo sobre tu cuerpo”, decía Benedetti.
                                                                                        Y qué razón tenía el gran poeta.

martes, 13 de mayo de 2014

Las pequeñeces de la vida en calidad de amor

De repente un día llega y alguien te cambia los planes. Te dice que no hay forma más bonita de inspirarse que mirando a tus ojos. Te cuenta que nunca antes había conocido a una persona que consiguiera alejarle de la rutina como lo haces tú. Y que hacía mucho tiempo que no sentía algo por alguien; que has llegado tu y le has devuelto las ganas de querer, las ganas de amar, la ilusión por una persona que desde el primer momento valga la pena.

Te sientes afortunada, porque pocas veces encuentras a personas que valoren tanto las pequeñeces de la vida como fue la forma esa tan extraña en la que él dice que le miraste el primer día que os visteis en persona; o como ese adjetivo que tanto te califica en tu vida diaria y que para otros, aunque les sorprenda, pase desapercibido.
O cómo eres, simplemente.

Le gustas tú. Y le gusta tu personalidad.

Porque dice que eres auténtica y que te gustan las mismas cosas que a él. Porque dice que tienes tantas virtudes como defectos y que aunque no cree que existan las personas perfectas, nosotros las hacemos así considerando esos defectos grandes virtudes, por lo que a ti te considera una de esas. Y también le gusta que valores a las personas, que no te fijes en el exterior y captes como a el le gusta captar también, el interior. Le gusta que te dejes querer. Y que seas especial como él dice que eres; que le abraces. Y que le calles a besos para no escucharle o para desviar un tema del que habla y no te gusta.

Le gustas tú. Y le gusta tu cuerpo.

Le gusta lo pequeña que eres de estatura pero lo grande que eres por dentro; lo enorme que es tu corazón. Y eso que todavía no te has enamorado de él; creería que eres de otro mundo.
Le gusta el tamaño diminuto que tienen tus pies y que uses sus camisetas viejas a modo de pijama cada vez que dormís juntos. Dice que te quedan genial y que te hacen todavía más sexy de lo que ya eres. Y se vuelve loco cuando te acuestas a su lado, pero no se molesta en quitarte la ropa, le basta tu roce para sentirse a gusto. Ya se las arreglará el para hacer de cualquier noche una noche de pasión; porque dice también, que no resiste tenerte cerca, que su cuerpo muere de ganas por atraparte entre sus piernas, que sus manos tiemblan por tocarte, que cada segundo le apeteces y que una vez cogida ya ni siquiera intenta soltarte.

Le encantas, dice. Le resultas perfecta en cuerpo y en alma.



Con todo esto, pretende decirte sin palabras que eres tú la mujer que quiere que esté en el lado derecho de su cama cuando sea su trigésimo primer cumpleaños.