sábado, 11 de octubre de 2014

Echar de menos a alguien no es tan malo como los locos relatan

Te escribo porque a veces, cuando me acuerdo de ti, de repente te echo de menos.


Echo de menos la forma en que me miras y la forma en que te miro cuando no me estás mirando. Echo de menos cómo tus manos acarician cada rincón de mi cuerpo cada vez que dormimos juntos.
 Echo de menos hacer el amor contigo.
Y echo de menos cada vez que lo hacemos de esa forma tan salvaje que a veces,
 me vuelve loca. 
De esa forma que te vuelve loco, si lo haces conmigo.


Echo de menos que admires mis ojos, que admires mi cuerpo.
 Que me preguntes si estoy bien.
 Echo de menos que me comas a besos en tu cama, en el sofá de tu salón o en cualquier habitáculo de tu casa; esa que nos ha visto hacer tanto en tan poco tiempo.


Echo de menos quererte, aunque no lo haya hecho todavía. Y que me quieras.
 No veas cuánto echo de menos que me quieras aunque tú tampoco lo hayas hecho todavía.


Echo de menos amanecer a tu lado, despertarme siempre antes que tú y observarte acompañada de los primeros rayos de luz.
 Echo de menos que me exijas que me duerma pronto para despertarte tú primero y observarme a mí.
 Echo de menos verme desnuda en tu cama y que no me de vergüenza, deseando que abras los ojos para admirarme un poco más.
Eso es lo que más echo de menos: la forma en la que has conseguido que el sexo contigo sea fácil, placentero y divertido.
 Echo de menos que consigas que sea yo y que no me importe si estoy o no desnuda.
 Porque has de saber, que nunca antes he sido tan libre.
Y echo de menos esa libertad.


 Echo de menos cómo haces círculos con tus dedos en mis manos cuando estamos tumbados en algún sitio.
Echo de menos nuestros planes: los ya efectuados y los que aún están pendientes.
Echo de menos los días sin planear, los días con desayuno incluido y los días con animales de compañía.


 Echo de menos que me observes y que yo me ponga nerviosa.
 Y también echo de menos i
r detrás de ti paseando por los pasillos de esa casa:
 la única testigo de todo el amor sin amor, que nos hemos dado.

Echo de menos la forma en que vemos la vida y la forma en que valoramos el amor.
 Ese amor que desearíamos habernos dado algún día.
Ese amor que espero que algún día nos demos.


Echo de menos escribirte bonito y que me cantes, aunque nunca lo hayas hecho.
 Porque soy de las que piensa que se puede tener nostalgia de algo que todavía no ha pasado.
Y echo de menos tu forma de demostrarme que todavía
 quedan personas en el mundo que creen en el amor.
 

Echo de menos esa cara que pones cuando dices que te gusto.
 Tus labios se tuercen y la mueca que lanzas es lo más bonito que he visto en mucho tiempo. Créeme si te digo que echo mucho de menos tus sonrisas; porque dan vida.
Echo de menos callarte a besos y que te haga tanta gracia.
 Echo de menos que sonrías cada vez que lo hago.

Echo de menos que vengas a buscarme a la estación del tren
 en el que he elegido subirme después de la primera vez que te besé.
 Después de la primera vez que te sentí.

Echo de menos echarte de menos. 
Nos echo de menos.
Y te echo de menos a ti.











Escrito por Cintia del Campo Gómez